POEMAS DESTACADOS Y GALARDONADOS

sábado, 18 de febrero de 2012

MENCION DE HONOR EN RELATOS EROTICOS A POETA MEXICANA MARIA DE LOURDES HERNANDEZ FUENTES


SABOREANDO EL NECTAR DE LA PASION

Noche tras noche contaba las estrellas, suspiraba llena de felicidad y emocionada nunca me cansaba de darle gracias a Dios por haber puesto en mi camino al hombre que ahora es mi esposo.

Ya entrada la noche y la casa completamente en silencio, una vez entrando en nuestra habitación nupcial, sabíamos que sería la hora de renovar nuestro amor como marido y mujer que somos. Caricias, suspiros, besos llenos de pasión hasta llegar enteramente a la culminación.

Delicadamente me recostaba en nuestra cama, me decía frases de amor a mi oído, como si fueran melodías encantadoras, cada vez subía mi calor, mi desesperación, yo solo me aferraba a sus brazos tan varoniles y fuertes, en espera de más y más, miraba sus ojos a medio cerrar, su respiración se tornaba en roncos jadeos de placer, sin dejar de decirme tantas y tantas palabras de amor, me sentía desmayar de tanta dicha y placer.

Cada caricia que sus recias manos me prodigaban en mi cuerpo y en cada centímetro de mi piel, me sentía tan excitada, que me sentía como una mujer salvaje con deseos desconocidos, el sentir su ancho pecho junto al mío, me incitaba a mordisquear cada parte de su cuerpo, yo solo le decía que era como una droga, porque cada día mi cuerpo exigía más y más esas entregas pasionales, convirtiéndolas en grandes quimeras, al llegar al clímax ambos, todo era emoción, calidez, desesperación, gritos, suspiros, era como una danza de entrega total, hasta terminar en la cumbre de la cima más alta, llegando poco a poco la calma, nuestros cuerpos sudorosos y aun enrojecidos por la excitación, nos tomábamos ambos de nuestros rostros y mirándonos fijamente nos dábamos un gran beso con ternura y dispuestos a descansar.

Al recordar al día siguiente nuestros encuentros fogosos, solo nos sonreíamos pícaramente haciéndonos señas y muecas al saber, que nuevamente llegando la noche, o estando en cualquier momento del día y completamente solos en casa, aprovecharíamos como jovenzuelos la soledad para dar rienda suelta a nuestros encuentros.

Es una delicia, ver un nuevo día, saboreando el néctar de la pasión, encaminar la excitación desde que amanece, hasta encontrar un momento de intimidad, o bien esperar el momento culminante, en la privacidad de nuestra alcoba nupcial.

Autor: MARIA DE LOURDES HERNANDEZ FUENTES

Monterrey, N.L.

México